domingo, 16 de febrero de 2014

Post 28:Opiniones e innovaciones de un payaso



X es un payaso. Se sube a un autobús del transporte público de la ciudad de Santiago de Chile (las "micros") con atuendo de payaso: grandes gafas amarillas, pelota verde en la nariz, pantalones enormes con círculos de fuertes colores, zapatos cada uno de un color distinto y una mochila. Se presenta como un estudiante de teatro que se gana unos pesos buscando hacer que las personas pasen un momento agradable en su trayectoria por la ciudad. Su show es una parodia de los vendedores de baratijas que también utilizan el espacio móvil, abarrotado y sudoroso de las micros santiaguinas para vender sus productos: "lo que nunca está de más en el hogar". "para la sed, la calor" " lo que en el supermercado le cuesta ...aquí se lo ofrecemos en..." Lenguaje y retórica de charlatanes: redundante, impostada y recitativa que X reproduce con precisión y oficio.

A medida que avanza por el pasillo del saturado vehículo va soltando chistes y ocurrencias casi a la misma velocidad con la que se desliza éste en la tarde del amarillento verano santiaguino: "por favor, avancen: atrás hay piscina y jacuzzi", grita. Pide permiso y espacio para realizar su número a unos pasajeros que lo miran con indiferencia, incomodidad o sencillamente desdén. Cuando por fin consigue un lugar más o menos despejado y estable en el "segundo piso" del vehículo, X comienza su espectáculo. Anuncia que vende un aparato portátil para sujetarse en las micros. Extrae a continuación de la mochila (del paracaidas la llama) un desatacador de WC (en Chile "sopapa") y con firmeza lo fija en el techo de la micro. Efectivamente, al asirlo desde el mango permite afirmarse y compensar los fuertes vaivenes del vehículo. Las risas aparecen frente a esta insólita propuesta. Luego de relatar las ventajas del artefacto, extrae otros productos que ofrece a los potenciales clientes: un rallador de verduras que lo presenta como lima para las uñas; un enorme aparato de metal como cepillo para limpiarse los dientes....las risas aumentan. Termina el show con el intento frustado de despegar el desatascador del techo de la micro. Más sonrisas e incluso carcajadas. Un triunfo que ahora nuestro artista pide que premiemos con una "colaboración voluntaria"

X es uno de los ¿docenas? ¿cientos? de vendedores, músicos, magos, cantantes, payasos, malabaristas etc. que diariamente se suben a los autobuses del transporte urbano de Santiago de Chile a "ganarse la vida". Flora y fauna urbana diversa, pintoresca, que en algunos casos ronda la mendicidad (los menos) y en otros es una forma profesional, eficaz y esforzada de trabajo (los más). Una micro es un mercado potencial con una alta tasa de atención potencial: algo que escasea según los conceptualizadores de la llamada "economía de la atención". Para los pasajeros no quedan muchas posibilidades de escapar del estrecho espacio acústico en movimiento.

Pero, de todos modos, las micros son un mercado saturado de ofertas, competitivo, duro, implacable. Aquí X ha desarrollado una oferta especializada: vende sonrisas en una sociedad que, evidentemente las necesita. X es un innovador. El Manual de Oslo diría que es un innovador de producto ¿o de marketing? como muchos otros de sus colegas que literal y diariamente luchan a brazo partido por hacerse un lugar en la urbe selvática santiaguina. Innova con su cuerpo, con su capacidad de hacer reir, con su imaginación, con su desparpajo. Su cuerpo y su lenguaje "deslenguado" son sus mercancías. El núcleo de su innovación ha consistido en una parodia, es decir, en una alusión irónica, a las práctica de sus colegas vendedores, a sus clichés y a su charlataneria. El payaso-charlatán se ríe, sin burla, de los charlatanes y, por lo tanto, de sí mismo, de este modo conecta con su clientela; alude a lugares comunes, principio y condición para cualquier tipo de comunicación efectiva.

No obstante, su tecnología no es "puntera". Difícilmente conseguiría recursos para una start up y sufriría lo indecible si se le pidiera un plan de negocios que avalara su "emprendimiento". Su actividad, no tiene ni tendrá ninguna presencia en el PIB, su sudor cotidiano es y será invisible a las estadísticas. Como otros tantos, para innovar no ha necesitado ni de magisters ni de doctorados, obsesión colectiva y síntoma de la patología credencialista de estos tiempos. Y, sin embargo, innova: observa, selecciona y reutiliza los recursos presentes en su entorno y con maestría los recombina y hace que emerja algo nuevo. Innovación ciertamente plebeya, cotidana, vulgar, pero talentosa y original. Como la de tantos que producen un saber social difuso e interstical.

Tal vez toda innovación sea una parodia; un diálogo con otros objetos, otros sujetos u otros textos. No es raro que lo paródico tenga que ver con la imitación y, a veces, con la copia y el plagio, temas claramente vinculados a la innovación. Probablemente, una buena inovación sea una buena parodia y viceversa: una buena copia que incluso puede mejorar el original. Las opiniones y las innovaciones de un payaso hay que tomárselas en serio. 

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