sábado, 9 de mayo de 2015

Post 37: La ciudad neoliberal y la ciudad colaborativa

         
La ciudad neoliberal es agresiva, dura, hosca, triste, individualista, peligrosa, selectiva, satisfecha de sí misma, arrogante,  uniformadora, competitiva.

La ciudad neoliberal margina, aísla, segrega, marca, expulsa, cerca los bienes comunes, privatiza lo que es de todos.

La ciudad neoliberal desperdicia experiencias, produce ausencias, domina y subordina.

Pero en los intersticios de la ciudad neoliberal, a pesar de las segregaciones, de  las jerarquías, de los individualismos, de las desconfianzas, de  los temores, de los aislamientos, de la competitividad,  están los encuentros, las afinidades, las solidaridades, las colaboraciones.

No todo está perdido en la ciudad neoliberal: hay resistencias, posibilidades, exploraciones, utopías,  espacios y prácticas de cooperación, de apoyo muto, de altruismo, hay rebeldías.

Espacios y prácticas que redefinen las cercanías y las distancias con los “otros”: se transita de  la “otredad enemiga”  a la “otredad amiga” para dibujar una “nosotredad” virtuosa e incluyente, hecha de pequeños gestos de insubordinación.

Detrás, abajo, arriba, en los huecos de la ciudad neoliberal está la ciudad colaborativa.Está la no-cuidad, el no-capitalismo. Está el gesto que niega la cotidianeidad de las falsas cercanías del mercado. 

En ella hay construcción de lo común. Aparecen nuevos “comunes”, nuevos lazos, nuevas reciprocidades: nuevas grietas en  la prepotencia neoliberal.

Los “comunes” aprenden con los otros, de los otros y para los otros y fundan espacios físicos, culturales y políticos de convivencia.

Lo común se opone tanto a la máquina uniformadora de la producción y el consumo como al individualismo y al “narcisismo de las pequeñas diferencias”. Lo común es encuentro y solidaridad.

En la ciudad colaborativa se conquistan espacios, es decir, se pelean centímetro a centímetro, cuerpo a cuerpo, proyecto a proyecto, palabra a palabra.

Los diferentes, pero iguales, desafían las normas: piensan, sienten,  experimentan, juegan y se la juegan: hacen música, teatro,  robots, artesanías, cultivan lechugas, aprenden unos de otros. Inventan, bailan, cantan, tejen, cooperan, resisten, subvierten.

Dan la espalda al mercado. Crean nuevos intercambios: producen, consumen, enseñan, cultivan  de otras maneras, divergen, intercambian sociodiversidades.

Diseñan o se reapropian de espacios privados o públicos. Crean comunidad, confían y construyen autonomía.

sábado, 27 de diciembre de 2014

Post 36: Educación: comprar desigualdad


Axioma: toda sociedad distribuye entre sus miembros poder, bienestar, seguridades, alimentos, casas, dinero, oportunidades, colegios, universidades, tarjetas de crédito, sistemas de salud, etc., a partir de la intersección entre sistemas de diferencias y sistemas de desigualdades. La lógica de la diferencia y la lógica de la desigualdad son distintas pero se confunden o, más bien, son interesadamente confundidas. La lógica de la diferencia es democrática; la lógica de la desigualdad es autoritaria: la primera apunta al bien común, la segunda al bien de unos pocos.

Artículo publicado en El Mostrador. Continuar leyendo.

martes, 21 de octubre de 2014

Post 35: Expandir la innovación: vida más allá de las start ups


La principal tarea de la innovación, debería ser, pero no siempre es, innovarse a sí misma. Sin embargo, la cultura de la innovación actual es perezosa,  le cuesta cuestionarse, mirarse desde fuera, sacudirse la caspa de los hombros, cambiar el orden de los factores, lanzarse a la piscina, juntar peras con manzanas... En definitiva, le cuesta ser fiel a su propio programa de creatividad. Muchas de las prácticas de innovación institucionales se han estabilizado y siguen unos protocolos estrictos, se han ritualizado y se consideran como tales pautas y experiencias muy formalizadas que seleccionan y validan sólo una parte ínfima de la creatividad social distribuida socialmente.

En las últimas décadas se ha consolidado la figura de las startups y se la ha proyectado como la innovación por antonomasia. "Las startups son las nuevas estrellas de la constelación internacional de la innovación", se afirma. Se ha estabilizado y fijado en el imaginario social algo que es sólo una de las muchas formas sociales posibles de innovación, es decir de abrirse a lo nuevo. Sin embargo, a los ojos de la mayoría nada hay más innovador que una startup, sobre todo si es de tipo tecnológico (sea lo que sea lo que se entienda por este adjetivo) tenga que ver con "capital de riesgo" y, en lo posible, con Silicon Valley o similares. Su particular mecanismo de surgimiento se ha convertido en un modelo a seguir. Comienzan con un capital inferior a 10.000 dólares "liderados por un par de profesionales la mayoría jóvenes de menos de 35 años", muy inteligentes, ambiciosos y que trabajan muchas horas al día motivados por la posibilidad de unas recompensas ingentes y cercanas.

Es una figura con cierto glamour, con apologetas, con epígonos y, sobre todo, con muchos recursos económicos que, en sí mismos, han construido un mercado, una ideología y una forma de vida. Una empresa startup es una iniciativa que está en sus comienzos pero que necesita urgentemente salir de esos comienzos; necesita "acelerarse", quemar etapas, avanzar velozmente hacia fases a las que a otras les ha costado años o décadas llegar. Necesita un crecimiento veloz de su precio, tenga o no ganancias en la economía real en este momento. "La startup puede parecer una PYME pero no lo es. (...) nace muy pequeña pero vive para crecer en forma exponencial y llega a ser muy grande en poco tiempo, incluso llegando a ser una corporación que cotiza en bolsa de comercio".

Los poderes públicos han favorecido a las startups a veces sin conocer muy bien los efectos reales que tendrá sobre el empleo, la difusión tecnológica, el cambio de cultura o la economía en general. Sin embargo, se sabe que desde el punto de vista de su incidencia socioeconómica el valor de cada startup individual es muy bajo, incluso aunque sean exitosas. Paradójicamente, su capacidad de creación de empleo disminuye a medida que triunfa. Una startup "escalable" es aquella que, por ejemplo, aunque consiga doblar el número de clientes no dobla su número de trabajadores. Las demandas de esos nuevos clientes deben ser solucionadas con más tecnología no con más trabajadores. "Subirá un poco la inversión en servidores y a lo mejor contratan a una persona más, pero ya está. En eso consiste la "escalabilidad"

Un startup tiene sobre todo valor financiero, su lógica es mucho más especulativa que productiva. Genera más empleo una discoteca que una startup. El destino mayoritario de las startups es ser absorbidas por empresas mayores, contribuyendo, en muchos casos, a los monopolios u oligopolios globalizados. No son un factor de sociodiversidad ni necesariamente garantizan su arraigo en las economías locales, más bien todo lo contrario.

Miles de startups en el mundo trabajan y sueñan sólo para desarrollar y venderle aplicaciones informáticas a Google, You Tube, Twitter, Apple o Microsoft, es decir, algunos de los dueños del mundo. La esperanza de sus promotores y de quienes las financian es ser compradas por estos gigantes y tener la vida asegurada a los veinte años en el caso de los primeros e invertir nuevamente en otras iniciativas en el caso de los segundos. Con la venta a esas empresas desaparece una práctica y no queda registro de su paso por la historia. Las startups borran la memoria de sí mismas.
Por otra parte, las trayectorias de innovación que promueven son de dudosa coherencia con la propia lógica del mercado. Combinan un furioso darwinismo social (muchos son los llamados y muy pocos los elegidos: decenas, centenares, miles de emprendedores, compiten por fondos escasos y la inmensa mayoría muere en el camino) con un proteccionismo llevado al límite. Los términos "incubadora" y "business angels" hablan por sí solos: se cuida con primor a la criatura defendiéndola de las inclemencias del mercado, para envidia del noventa y nueve por ciento de las empresas que nunca recibieron ni recibirán jamás tales muestras de cariño de nadie.

Desde un punto de vista macroeconómico el sistema de startups es un sistema de apuestas dinamizado por una pléyade de inversores que buscan rentabilizar sus dineros de la forma más rápida posible. Es decir, un casino como lo es toda la economía financiera globalizada. Por eso da lo mismo el "tema" o el mercado de una startup: educación o biotecnología, vacunas o videojuegos, salud o armamentos. Todo cabe en el mundo de las startups, mientras se mantenga la promesa de grandes ganancias a corto plazo. Esto plantea preguntas de fondo a cualquier estrategia de fomento público de startups: ¿Vale cualquier startup? ¿Es aceptable como modelo social, empresarial y ciudadano un conjunto de prácticas basadas en la ambición desbordada, en el inmediatismo, en la especulación financiera, en la aceleración vital? ¿Es razonable hacer de las startups un modelo para el mundo de la Pyme?

Es crucial diferenciar entre un sistema de emprendimiento y un sistema de innovación. El segundo es mucho más amplio que el primero. Puede adjetivar a todas las prácticas sociales. Pero ni todo emprendimiento es innovador ni toda innovación es emprendedora. Innovación y emprendimiento son dimensiones distintas de las prácticas sociales. La innovación es un rasgo cultural, una constante antropológica que puede o no estar vinculado a un sistema de emprendimiento. Este último probablemente requiera de un sistema de innovación pero no al revés. Las startups son innovación mercantilizada, es decir, una de las posibilidades de la innovación, no la única.

Las startups, a pesar de su propia autodefinición no son el punto de partida de la innovación: pueden ser el punto de partida de un veloz recorrido empresarial, cosas distintas. Las startups son más bien el punto de llegada de unas trayectorias de larga duración que, a pesar de la juventud de la mayoría de sus actores, son el destilado de mucha inversión en capacitación, tecnología, horas de trabajo, ideas, relaciones etc. Las startups se encuentran, desde el comienzo, en los niveles superiores de la pirámide social de la innovación.

El sistema  startup  es pesado y elitista y nuestros países requieren un sistema de innovación más liviano y expandido,  vinculado a la cultura, en sentido amplio no sólo a la economía y a la productividad en sentido estricto. Es necesario revisar este sistema y adaptarlo a las realidades empresariales y de innovación que existen realmente en nuestras latitudes, en su tejido cultural, en sus capacidades y posibilidades y, sobre todo, en las necesidades de mejoramiento de la vida cotidiana.

Desde nuestro punto de vista, es decir desde los postulados de la innovación simétrica, lo relevante son los espacios iniciales de creatividad e innovación que pueden ser estimulados por los esfuerzos públicos y privados. Innovación simétrica es innovación entre diferentes y entre iguales: diferentes en competencias pero equivalentes en valor. Antes de la creación de los proyectos, antes siquiera de que las ideas comiencen a concretarse en iniciativas cerradas son necesarios espacios de creatividad horizontales, dialogantes y colaborativos. La innovación simétrica busca crear las condiciones para que emerjan las ideas y los proyectos no para "incubarlos" una vez que han nacido. Buscan crear un caldo de cultivo, un caldo primigenio, amplio, diverso y no jerárquico donde las colisiones azarosas den lugar a iniciativas de todo tipo. La innovación simétrica es una innovación de la innovación. Antes de los planes de marketing, antes de los power points,  antes de los parques tecnológicos, antes de los convenios Universidad-Empresa etc. es necesario conceptualizar, diseñar, financiar y conectar lugares de innovación colaborativa, ciudadana y comunitaria. Lugares que faciliten los vínculos horizontales y abiertos donde el objetivo del emprendimiento mercantil sea solo una posibilidad entre otras, no un objetivo obsesivo y apriorístico.

Necesitamos una base de innovación que recoja y estimule las ideas de los muchos. Un cambio de perspectiva que evolucione desde una  visión de la innovación como misión y tarea de las élites a una visión que la entienda como una práctica de las mayorías con objetivos de mejoramiento de la vida común. La innovación no es necesariamente aceleración vital, premura existencial, ni urgencia de rentabilidad. Por el contrario es, o debería ser en gran medida una apuesta, progresista y parsimoniosa, para reconocer y aprovechar las capacidades y los talentos ausentes, para transformar los objetos-ideas imposibles en objetos-ideas posibles. (B.de Sousa Santos).

Los ejemplos existen. En Chile, iniciativas como Santiago Maker Space muestran un camimo a seguir. Proyectos audaces que reconocen la capacidad y la inventiva social creando espacios y momentos de convivencia creativa, recogiendo y expandiendo talentos, apostando y arriesgando.  Las startups tienen, por supuesto, derecho a existir; forman parte de la variabilidad del mundo. Son una creación cultural compleja  y fuertemente vinculada al capitalismo digitalizado y recombinante actual, pero hay vida creativa más allá de ellas. Sobre todo hay muchas necesidades sociales que, dado su enfoque en la rentablidad, las startups nunca podrán satisfacer ni siquiera creando "mercados de pobres" encubiertos bajo eufemismos como "innovación frugal", "economía colaborativa" u otros.

domingo, 17 de agosto de 2014

Post 34: Miedo, angustia y colaboración



Paolo Virno, siempre lúcido, en su "Gramática de la multitud" retoma la distinción entre miedo y angustia señalada por Heidegger en el Ser y el tiempo, libro que por supuesto no hemos leído. El miedo, dice Virno, está referido a un hecho bien preciso, visible, reconocible. Miedo a un alud (en los Alpes); miedo a un terremoto (en Chile); miedo a perder el trabajo (en todo el mundo) decimos nosotros. "La angustia, en cambio, no tiene una causa desencadenante precisa (...) la angustia es provocada por la simple exposición al mundo, por la incertidumbre y la indecisión que caracteriza nuestra relación con él. El miedo es siempre circunscrito y nombrable, la angustia es omniabarcativa, no está concectada a ninguna ocasión particular, puede sobrevenir en cualquier momento o por oleadas"

Para Virno, sin embargo, esta distinción es válida allí donde (todavía)  existen  "comunidades sustanciales"  que sostienen la experiencia colectiva. "Un lecho constituido por usos y costumbres repetitivas y por eso confortables" o , en palabras de Bauman, "un lugar «cálido», un lugar acogedor y confortable. Es como un tejado bajo el que cobijarse cuando llueve mucho, como una fogata ante la que calentar nuestras manos en un día helado". Aquí el miedo se localiza dentro de la comunidad "en sus formas de vida y comunicación". La angustia hace su aparición en aquellos que se alejan de la comunidad de pertenencia (un pueblo, una familia, un país, un espacio de trabajo) "de los hábitos compartidos, de los juegos lingüísticos sabidos por todos, internándose en el vasto mundo". En la Edad Media europea la angustia aparecía extramuros de la ciudad, cuando las puertas del castillo se cerraban y el siervo debía pasar la noche  fuera perdiendo el resguardo de los muros y sus habitantes. Fuera de la comunidad, el peligro está en todas partes, impredecible, constante, angustioso en definitiva. 

Virno señala que, en la actualidad, debido a los cambios en la formas de vida contemporánea, "la línea divisoria entre miedo y angustia, entre temor absoluto y temor relativo es precisamente aquello que se ha desdibujado". Ya no se puede hablar de comunidades sustancialesya no hay una separación clara y precisa entre un exterior y un interior social.  Entre un adentro habitual y un afuera ignoto y hostil. Los seres humanos, como efecto del paso a un capitalismo desregulado y salvaje que estimula que los principios del mercado impregnen todos los aspectos de la vida, estamos expuestos permanentemente a lo insólito y a lo imprevisto;  a las inseguridades y a los riesgos; al miedo y a la angustia. Cotidianamente nos enfrentamos a una realidad en permanente cambio, en una constante obsolescencia de sujetos y objetos. Miedo y angustia se superponen. "Cuando pierdo el trabajo debo afrontar un peligro bien definido, que suscita un temor específico pero,  al mismo tiempo, este peligro factual se vuelve inmediatamente una angustia indeterminada, se confunde con una desorientación más general con respecto al mundo, se disuelve en la inseguridad absoluta".  Si las comunidades sustanciales mediaban la relación  con el mundo "su disolución expone ese vínculo a plena luz: la pérdida del puesto de trabajo, la innovación que cambia todo el tiempo las características de las tareas laborales y la soledad metropolitana provocan hoy muchos comportamientos que hasta hace poco estaban asociados a los terrores que advenían cuando se estaba fuera de los muros de la ciudad"

Esta superposición de miedo y angustia afecta  las formas habituales de hacerles  frente: el miedo, es un sentimiento público que afecta a muchos miembros de la comunidad y se contrarresta con el apoyo altruista. La angustia en tanto sentimiento privado elude la esfera pública y  atañe únicamente  a la interioridad del individuo. "Esta forma de pensar la cuestión, continúa Virno (...) se vuelve hoy poco razonable. En cierto modo había que invertir los términos: Hoy todas las formas de vida experimentan ese <no sentirse en la propia casa> que según Heidegger, está en el origen de la angustia. En este momento no hay nada más compartido y común que <no sentirse en la propia casa>. El sentimiento en el cual convergen miedo angustia es en estos momentos un asunto de muchos"

La "multitud" contemporánea, amplia,  heterogénea y globalizada a diferencia del "pueblo", limitado a los espacios estatales, restringido y único,  muestra formas distintas de hacerse cargo de esta superposición de miedo y angustia. "El pueblo es uno porque la comunidad sustancial coopera para atenuar o sedar lo miedos que provienen de las peligros circunscritos. La multitud en cambio, se mancomuna-se pone en común-por el riesgo que deriva de <no sentirse en la propia casa> de la exposición absoluta al mundo".

La colaboración puede ser un remedio contra el pánico que generan las formas de vida contemporáneas: contra el miedo y la angustia fusionadas. No tenemos comunidades sustanciales a las que aferrarnos; la impermanencia, ancestral descripción budista de la vida, se nos hace presente con toda su  desnudez y verdad. Pero podemos crear "lugares comunes" espacios donde suspendemos parte de nuestras diferencias narcisistas para compartir lo común. Lugares para siempre frágiles, vulnerables e inciertos pero que constituyen nuestra única posibilidad de supervivencia en medio de tanta precariedad vital. En los lugares comunes que construimos, lugares del lenguaje, del diálogo, está la oportunidad, la última, mancomunándonos, de seguir existiendo en el "vasto mundo".

miércoles, 9 de julio de 2014

Post 33: ORIENTACIONES PARA EL DISEÑO DE ESPACIOS URBANOS DE INNOVACIÓN COLABORATIVA


El talento común no está aprovechado. Nuestras, sociedades, ciudades, instituciones y organizaciones no hacen posible que la riqueza social distribuida en los intersticios de la vida en común se realice y se aproveche para el bienestar de todos. Hay “ausencias” o más bien “producción de ausencias” como señala 
Boaventura de Sousa Santos. No obstante, en los últimos tiempos aparecen por  doquier nuevos espacios urbanos y ciudadanos que hemos denominado espacios urbanos de innovación colaborativa. La dimensión física, arquitectónica, de un espacio de innovación colaborativa es una consecuencia del diseño de 
interacciones sociales. En este artículo resumimos algunas de las principales características de estos lugares y proponemos algunas orientaciones para su diseño. 

(Abstract de mi artículo publicado en la revista  "Diseño Urbano y Paisaje" - DU&P- de la Universidad Central de Chile.)

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jueves, 22 de mayo de 2014

Post 32. Dare aude:¡Atrévete a colaborar!

Axioma: toda sociedad se organiza a partir de la intersección entre un sistema de diferencias y un sistema de jerarquías. Todo objeto y todo sujeto es situado, simultáneamente, en un eje de distinciones (mundo de lo común) y en un eje de desigualdades (mundo de lo único). No sólo se afirma que a es distinto de b sino que a es superior a b.

La acción política progresista consiste en defender y extender el sistema de las diferencias y oponerse y reducir el sistema de las desigualdades. Se esfuerza por la no transformación de las diferencias en jerarquías. La acción política conservadora hace exactamente lo contrario.

La colaboración es interacción entre diferentes e iguales. Su algorirmo señala que colaboración es igual a diferencia más igualdad. Si no hay diferencias no hay colaboración; si hay excesivas desigualdades tampoco.

Competir corresponde al enunciado disyuntivo “yo o tu”. Colaborar corresponde al enunciado inclusivo “yo y tú”. La competencia reduce la sociodiversidad. Transforma la diferencia ganadora en hegemónica y desprecia las verdades de los perdedores. Las ideas perdedoras son realidades posibles ausentes.

La competencia implica la reducción de las diferencias y el aumento de las desigualdades. El algoritmo de la competencia señala que ésta es jerarquía más desigualdad. Contrainuitivamente: quienes compiten son los más parecidos entre sí. Por lo pronto tienen en común aquello que es objeto de la disputa: un territorio, un mercado, una mujer, un hombre, un puesto de trabajo etc. Los enemigos, reales o imaginarios, se nos parecen. Por el contrario, la colaboración necesita de la diferencia pero para transformarla en procomún. La colaboración se asienta en lo común de lo diverso. Implica una renuncia a una parte de mi identidad pero para compartir  parte de la identidad de los demás.

Desde una óptica competitiva se puede transformar la colaboración en competencia; las ventajas competitivas en ventajas colaborativas. Lo vemos actualmente en las variadas formas de la economía "colaborativa", "frugal", Cuarto Sector etc. A la inversa: ¿es posible transformar las ventajas competitivas en ventajas colaborativas? Lo dudamos.

“El sapere aude kantiano (atrévete a saber) que nos invitaba a saber por nosotros mismos, despojándonos de todas las servidumbres a la tradición y a los privilegios, parece ya un lema insuficiente. Parece que ahora debemos complementarlo con otro que nos anime a colaborar, compartir o donar, un dare aude, capaz de poner en valor la fuerza de lo relacional frente a lo material, la vibración altruista frente a la individual y la potencia de lo común frente a lo público." (Antonio Lafuente).

La colaboración es, entonces, un atrevimiento. ¿De qué atrevimiento se trata? Del atrevimiento a reconocer la simultánea diferencia e igualdad del otro y asumir las consecuencias de ese reconocimiento. Aprender que su diferencia e igualdad no cuestionan mi identidad sino que, por el contrario, la potencian. La diferencia nos impele a buscar lo común y la igualdad nos permite comunicarnos. Atreverse a confiar. Sobre este atrevimiento y esta confianza, a lo mejor, será posible construir un mundo algo mejor.

martes, 13 de mayo de 2014

Post 31: Todo se expande: innovación expandida


Desde el Big-Bang, todo se expande dicen los que saben de estas cosas, es decir, los físicos. La materia no se contenta consigo misma, se aburre y busca nuevas formas de ser y estar en el espacio y en el tiempo. Se transforma, se mueve. El universo es un sistema morfogenético: se las ingenia para adoptar nuevas formas.Y lo que ha emergido de la materia también: la vida y la conciencia, la biología y la cultura, los protozoos y la música de cámara, las jirafas y los restaurantes, los arrecifes de coral y las  impresoras 3D, las bandadas de gorriones y los neumáticos, todo cambia, todo es impermanencia diría Buda unos cuantos millones de años después de esa singularidad originaria.

Y aún más reciente y modestamente el año 2009 en  Zemos 98 se propuso el término "educación expandida" para describir el hecho, evidente y fecundo, pero oculto, de que "la educación puede ocurrir en cualquier momento y en cualquier lugar". Siempre ha sido así pero en los tiempos de la interconectividad universal, donde "todo aspira a conectarse con todo" según la intuición y proyecto original de Tim Berners-Lee ("la Web es la humanidad conectada por la tecnología"), la ubicuidad y la simultaneidad de los aprendizajes es evidente. Sólo un sentido común rutinario y anclado en formas institucionales caducas como la escuela o la universidad tradicionales se resisten a ver este cambio de modo de la transmisión y apropiación de los conocimientos.

Basados en los mismos supuestos de interconectividad universal podemos hablar también de "innovación expandida" y añadir que también ésta ocurre en cualquier momento y en cualquier lugar. Siempre ha sido y es así. Sin embargo, el concepto estándar de innovación al mismo tiempo que ha fijado un tipo de práctica social la ha separado de las demás otorgándole una diferencia excesiva y situándola en el reino de lo anómalo y lo discontinuo.

Recordemos que la doxa sobre innovación la entiende como acciones en el espacio de la producción de bienes y servicios, la vincula al aumento de la productividad en este ámbito y la define como una practica excepcional realizada por sujetos excepcionales (los emprendedores). Peter Drucker uno de los más importantes ideólogos del management del siglo veinte no se va por las ramas y señala explícitamente que "La prueba de la innovación no es su novedad ni su contenido científico, ni el ingenio de una idea: es su éxito en el mercado".

La idea de innovación expandida, por el contrario, abre el concepto restringido de innovación. En primer lugar, se trata de una apertura temática: toda la vida social puede ser objeto de acciones de innovación; no hay un campo privilegiado para las acciones innovadoras. En segundo lugar, amplía los sujetos de la innovación posible, todos somos innovadores: la innovación es cotidiana y vulgar. Y justamente aquí reside su valor. El sueño de Drucker, una "sociedad empresaria, innovadora, en la que la innovación y el empresariado innovador sean cosas comunes, fluidas, continuas", la innovación expandida lo lleva hasta sus límites y atribuye esa fluidez y esa continuidad a todas las prácticas y a todos los sujetos. Innovar, como expresión de la inteligencia del homo sapiens y su capacidad creativa consiste en extraerle posibilidades a la realidad inventando nuevas realidades. Y esas nuevas realidades son mucho más que las definidas por el mercado, la productividad, la tecnología o la ciencia de elite.

La innovación expandida la entiende como un punto de partida no como un punto de llegada de las prácticas sociales. Existe la innovación como modo de ser social como capacidad, como potencia que puede ser estimulada si se crean los entornos adecuados que la favorezcan. La innovación expandida busca hacer visible lo ausente.

La innovación expandida es innovacíon simétrica, es decir horizontal, democrática, colaborativa, participativa, inclusiva, como proyecto ético no como recurso competititivo. La innovación expandida es altruista, solidaria, comunitaria. Entiende que "lo común" proporciona el "caldo primigenio" para la imaginación y la creatividad de los muchos. La inteligencia libre salta muros y se mueve bien en los intersticios de la prácticas sociales. Se siente cómoda en las zonas grises, en los espacios borrosos donde las identidades y los proyectos rígidos se sienten incómodos; donde las taxonomías hacen aguas y las retículas ordenadoras quedan desbordadas por la exuberancia de las ideas y los deseos humanos.

Tanto la innovación expandida como la innovación simétrica son, tanto, descripciones de la realidad como proyectos, es decir propuestas para el aprovechamiento de los talentos y las capacidades ausentes o marginadas.

La innovación expandida no tiene centro único. No tiene lugar exclusivo desde dónde expandirse. No hay Big-Bang en la cultura, o más bien hay muchos minicentros desde donde se capilarizan las buenas ideas. Todo es incremental, contagioso, parsimonioso. Los órdenes son precarios, contingentes, circunstanciales y cíclicos. La innovación expandida no se desvive por las urgencias del mercado; se desvela por la importancia del bien común.