jueves, 22 de mayo de 2014

Post 32. Dare aude:¡Atrévete a colaborar!

Axioma: toda sociedad se organiza a partir de la intersección entre un sistema de diferencias y un sistema de jerarquías. Todo objeto y todo sujeto es situado, simultáneamente, en un eje de distinciones (mundo de lo común) y en un eje de desigualdades (mundo de lo único). No sólo se afirma que a es distinto de b sino que a es superior a b.

La acción política progresista consiste en defender y extender el sistema de las diferencias y oponerse y reducir el sistema de las desigualdades. Se esfuerza por la no transformación de las diferencias en jerarquías. La acción política conservadora hace exactamente lo contrario.

La colaboración es interacción entre diferentes e iguales. Su algorirmo señala que colaboración es igual a diferencia más igualdad. Si no hay diferencias no hay colaboración; si hay excesivas desigualdades tampoco.

Competir corresponde al enunciado disyuntivo “yo o tu”. Colaborar corresponde al enunciado inclusivo “yo y tú”. La competencia reduce la sociodiversidad. Transforma la diferencia ganadora en hegemónica y desprecia las verdades de los perdedores. Las ideas perdedoras son realidades posibles ausentes.

La competencia implica la reducción de las diferencias y el aumento de las desigualdades. El algoritmo de la competencia señala que ésta es jerarquía más desigualdad. Contrainuitivamente: quienes compiten son los más parecidos entre sí. Por lo pronto tienen en común aquello que es objeto de la disputa: un territorio, un mercado, una mujer, un hombre, un puesto de trabajo etc. Los enemigos, reales o imaginarios, se nos parecen. Por el contrario, la colaboración necesita de la diferencia pero para transformarla en procomún. La colaboración se asienta en lo común de lo diverso. Implica una renuncia a una parte de mi identidad pero para compartir  parte de la identidad de los demás.

Desde una óptica competitiva se puede transformar la colaboración en competencia; las ventajas competitivas en ventajas colaborativas. Lo vemos actualmente en las variadas formas de la economía "colaborativa", "frugal", Cuarto Sector etc. A la inversa: ¿es posible transformar las ventajas competitivas en ventajas colaborativas? Lo dudamos.

“El sapere aude kantiano (atrévete a saber) que nos invitaba a saber por nosotros mismos, despojándonos de todas las servidumbres a la tradición y a los privilegios, parece ya un lema insuficiente. Parece que ahora debemos complementarlo con otro que nos anime a colaborar, compartir o donar, un dare aude, capaz de poner en valor la fuerza de lo relacional frente a lo material, la vibración altruista frente a la individual y la potencia de lo común frente a lo público." (Antonio Lafuente).

La colaboración es, entonces, un atrevimiento. ¿De qué atrevimiento se trata? Del atrevimiento a reconocer la simultánea diferencia e igualdad del otro y asumir las consecuencias de ese reconocimiento. Aprender que su diferencia e igualdad no cuestionan mi identidad sino que, por el contrario, la potencian. La diferencia nos impele a buscar lo común y la igualdad nos permite comunicarnos. Atreverse a confiar. Sobre este atrevimiento y esta confianza, a lo mejor, será posible construir un mundo algo mejor.

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