miércoles, 6 de junio de 2012

Post 10: Redes híbridas



Mientras acumulamos más información acerca del apasionante tema de las narrativas transmedia para otros post, comentaremos nuestra visión del lanzamiento del número 91 de la revista Telos, auspiciada por la Fundación Telefónica. Acudimos  a la presentación en el Círculo de Bellas Artes en Madrid  interesados por el título del monográfico: “Identidad Digital” que pensábamos tenía que ver con las preocupaciones de este blog. Efectivamente, tenía que ver pero de manera tangencial pues los temas tratados en los diferentes artículos de la revista  y por la mayoría de los invitados a la mesa, se relacionaban con la identidad digital en el sentido individual y con los problemas ligados al solapamiento entre lo público y lo privado. Aprendimos que tenemos que tener mucho cuidado de facilitar nuestro número de teléfono móvil en nuestra navegación por Internet porque se ha convertido en el principal medio de registro de nuestra identidad personal y de nuestros comportamientos digitales,  utilizados para los cruces estadísticos a partir de los cuales nos bombardearán “segmentadamente” los profesionales del marketing. El número de nuestro teléfono móvil se ha trnsformado en nuestro identificador universal.

Rescatamos un artículo de la revista: “Identidad híbrida en la era “post-PC” de Javier García Cantero. El concepto “hibrido”  y prácticas híbridas cobra cada día más relevancia. El autor se centra en la hibridación que promueve el uso de dispositivos móviles (smarthphones, tabletas, netbooks, reproductores multimedia y consolas de video juegos portátiles)  “que transforman la relación de las personas con la información, introduciendo esta en su día a día continuo  y acabando con el concepto de ciberespacio, como una representación de lo digital separado de lo físico y sin vínculos con este” Citando a Manovich, señala que “en este nuevo contexto, la información es una capa que se superpone al mundo físico complementándolo y produciendo un entorno híbrido o aumentado”. La tesis fundamental es que estamos en una tercera ola de la tecnología donde “justo al contrario de lo que proponía la realidad virtual, personas dentro de un mundo generado por ordenador, la computación ubicua obliga a los sistemas a vivir en un mundo creado por los hombres” (Weiser, M.).  Estaríamos dentro de “una “piel” digital que cubre el espacio físico creando un espacio híbrido en las que las personas y cosas están conectadas y en el que todo nuestro entorno puede ser concebido como una red”
En este último punto podemos conectar con el tema de  las redes organizacionales. Son híbridas en varios sentidos: son redes dentro de redes, entremezcladas  y cruzadas unas con otras donde las fronteras entre lo interno y lo externo se hace borrosa pero, sobre todo, son estructuras sociotecnológicas donde la separación entre los actores técnicos y los actores humanos también se difumina. La tecnología ubicua de los dispositivos móviles acentúa aún más esa hibridación.

La unión y la identificación casi total entre un individuo y un dispositivo móvil ejemplifica con rotundidad las propuestas de la Teoría del Actor-Red que desde hace unas décadas, y antes de la consolidación de Internet, ha venido subrayando la cuestión de la “simetría” e imbricación entre el mundo de los artefactos y el mundo de los humanos. Ambos son “actantes”, es decir, entidades con igual estatus dentro de sistemas de acción sociotécnicos, imposibles de distinguir en la práctica unos de otros. Las redes sociales, que por supuesto significan bastante más que Facebook u otras plataformas de interacción digital, están y estarán sostenidas cada vez más por diferentes expresiones de dispositivos ubicuos que acompañarán, estén donde estén, a los sujetos que los portan. La organización-red se difumina y se imbrica en las prácticas cotidianas de las personas: conectividad espacial entre el mundo del trabajo y el del consumo, entre la oficina y el hogar y conectividad temporal entre el tiempo del trabajo y el tiempo del ocio. ¿Paraíso? ¿Infierno?



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