En un próximo número de la revista
"Herramientas" del CIREM se publicará un artículo mío titulado: “El concepto de discualificación”. Retomaré algunas de
esas ideas en relación al tema de las redes organizacionales. Es evidente que
al referirnos a las redes tenemos que aludir a quienes son los sujetos de ellas, es decir, a
quienes son los operadores humanos en estas estructuras híbridas a las que hacíamos referencia en el post anterior. Es
evidente que los perfiles de estos sujetos pueden ser múltiples, pero nos
gustaría centrarnos en uno en particular a nuestro juicio central en el actual
contexto del paso de la hegemonía de la economía industrial a la hegemonía de
la economía cognitiva.
Señalábamos en ese artículo que el
creciente desajuste entre el sistema
educativo-formativo y el sistema productivo, actualmente acentuado por la
crisis económica, contribuía a generar un volumen importante de individuos
que, aunque han vivido extensos e intensos procesos de educación y formación,
formales o informales, no son incorporados, o lo son de manera contingente e
inestable, al mercado de trabajo. Institucionalmente son considerados como no-cualificados, infra-cualificados o sobre-cualificados.
Nosotros, en cambio, los denominamos discualificados.
El prefijo dis señala una
cualificación diferente, divergente y valiosa, no una falta de cualificación. Los
llamamos también neocualificados
tratando de subrayar la novedad y centralidad de sus conocimientos y prácticas,
particularmente desde el punto de vista tecnológico y relacional.
En
el actual marco productivo las competencias laborales se superponen a las
competencias comunicativas: el trabajo se hace comunicativo y la comunicación
es puesta a trabajar. La economía
se hace comunicacional e inmaterial mediante la captura de los flujos
deseantes, cognitivos y relacionales. En el paso de una economía industrial a
una economía cognitiva emergen segmentos de individuos con habilidades que
provienen de su misma socialización de base, de su misma experiencia
biográfica, principalmente como “nativos digitales”. Estos segmentos incorporan
los conocimientos derivados de los amplios procesos de enseñanza-aprendizaje,
tanto formales como informales, que resultan de su participación “natural” y
espontánea en la vida social. Aquí surgen nuevos agentes de socialización que
sustituyen a los agentes tradicionales (escuela, trabajo, familia).
Estos segmentos, jóvenes en su gran mayoría, educados y formados en estos nuevos contextos, aunque poseen las competencias centrales requeridas por la nueva economía cognitiva, son permanentemente despreciados por el sistema productivo. Estos sujetos, sin embargo, son los que, en gran medida, están sosteniendo las redes híbridas de base tecnológica; son sus saberes y capacidades través de sus intercambios en los espacios reticulares los que crean comunidades, proyectos e iniciativas, económicas, culturales, políticas etc. Las llamadas “redes sociales” por supuesto son su ejemplo más evidente, pero su participación no se reduce a ellas sino que se dispersan por todos los campos sociotecnológicos sosteniendo gran parte de la vida de las redes. Ellos son los que transitan por las fronteras borrosas de éstas a partir de sus competencias sociotécnicas. Estos individuos si bien pueden constituir un “error” dentro del modelo de ajuste en relación al sistema productivo, son una fuente de diversidad, complejidad y riqueza social que puede y debe ser aprovechada socialmente, evitando su actual desperdicio. Continuaremos.
Estos segmentos, jóvenes en su gran mayoría, educados y formados en estos nuevos contextos, aunque poseen las competencias centrales requeridas por la nueva economía cognitiva, son permanentemente despreciados por el sistema productivo. Estos sujetos, sin embargo, son los que, en gran medida, están sosteniendo las redes híbridas de base tecnológica; son sus saberes y capacidades través de sus intercambios en los espacios reticulares los que crean comunidades, proyectos e iniciativas, económicas, culturales, políticas etc. Las llamadas “redes sociales” por supuesto son su ejemplo más evidente, pero su participación no se reduce a ellas sino que se dispersan por todos los campos sociotecnológicos sosteniendo gran parte de la vida de las redes. Ellos son los que transitan por las fronteras borrosas de éstas a partir de sus competencias sociotécnicas. Estos individuos si bien pueden constituir un “error” dentro del modelo de ajuste en relación al sistema productivo, son una fuente de diversidad, complejidad y riqueza social que puede y debe ser aprovechada socialmente, evitando su actual desperdicio. Continuaremos.
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