martes, 8 de mayo de 2012

Post 6: La identidad de las redes y el proyecto (2)


A propósito de un interesante post recientemente leído acerca del co-working en el blog de Amalio Rey , queremos reflexionar acerca de las características  desde el punto de vista identitario que tienen estas y otras formas de trabajo estructuradas en forma de red, donde a la articulación tecnológica le corresponde (de manera siempre variable y concreta) una articulación identitaria. Sin ánimo de exhaustividad señalemos tres características principales de  estas identidades reticulares:

a)flexibilidad: eso es capacidad adaptativa, maleabilidad. Los nodos de la red, ya sean individuos o estructuras,  deben tener capacidad de conectarse a través de diferentes interfaces con los otros nodos, es decir, a las otras singularidades que componen la  red, potencialmente variables. Caras distintas, proyectos cambiantes, razones y emociones diferentes, expectativas fluctuantes, espacios físicos distintos etc. 

 b)movilidad: esto es capacidad de afrontar trayectorias tanto espaciales como temporales muchas veces sin puntos de referencia fijos. La condición “líquida” de las redes modela identidades cinéticas, siempre en movimiento, buscando los acoples con otras singularidades en espacios a veces con nuevas reglas del juego.

 c)Precariedad: la inseguridad, la inestabilidad definen a las identidades reticulares. Las identidades parciales de los nodos justamente buscan en esa identidad común un freno a las precariedades.

Creemos que en la base de estas tres características se encuentran dos nociones importantes: proyecto y modularidad. Sobre modularidad hablaremos en un próximo post. Por ahora señalemos que “módulo” es una parte independientes y autónoma que junto a otros conforman un conjunto conectado. Los módulos pueden ser heterogéneos y de distinta naturaleza pero con capacidad de acoplarse entre ellos y tener un funcionamiento común. Un ejemplo inmediato: el motor de un coche reúne una serie de componentes autónomos integrados a través de interfaces.

Por  otra parte, la noción de proyecto resulta central para la urdimbre de las identidades parciales que se integran en una identidad común. Las singularidades modulares, flexibles, móviles y precarias que configuran las estructuras en red deben ser capaces de mantenerse imbricadas. La condición de posibilidad de ese tejido identitario es el hecho de compartir un proyecto.

Por proyecto entendemos una anticipación, una dirección a seguir, una prefiguración de futuros posibles compartida por los miembros de la red. El proyecto debe formar parte de la identidad de la red y viceversa: la identidad de la red es la base para la configuración de un proyecto. La simple yuxtaposición de individuos dentro de un espacio, por muy bien diseñado, cálido o estimulante que sea, no produce necesariamente acciones en común. Los espacios de co-working, por ejemplo, tienen valor, dentro de un paradigma que propicie lo emergente, si, al mismo tiempo que comparten lo común producen lo común. Un espacio de co-working es coherente con el concepto si se entiende como una red abierta de singularidades integradas sobre lo común compartido y lo común producido. Ni la contiguidad física ni la conexión cibernética garantizan per se que una práctica de co-working llegue a buen puerto. En lo más esencial un “buen proyecto” es aquel que crea las condiciones de posibilidad para que "las cosas ocurran", provocando las “colisiones azarosas” -de acuerdo la expresión de Steve Jonson-. Pero no es el azar absoluto, fuente de caos, desorden y confusión, sino el azar enmarcado por un proyecto.

2 comentarios:

  1. Hola, muy interesante el articulo y con la tendencia que marca de gran impacto en el futuro cercano sobre la organización empresarial.
    Este art. tambien puede ser de tu interés. http://capitalhumano.wke.es/noticias_base/coworking-nocturno-para-emprendedores

    Juanfran

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  2. Gracias Juanfran por inaugurar las conversaciones de este blog. He leído el artículo que me envías. Muy iInteresante y da cuenta de los profundos cambios en la organización del trabajo que estamos viviendo. La ruptura espacial y temporal es brutal. La pregunta es si los cuerpos y las psicologías individuales y grupales aguantarán estas transformaciones, sobre todo en lo que respecta a los diferentes tipos de precariedades que estas formas de trabajo conllevan.Los peligros de autoexplotación son evidentes y están basados en las energías de la juventud. Creo que hay que tener cuidado en no confundir iniciativas, proyectos, deseos, ganas etc. con participar de una máquina productiva demasiado acelerada.Richard Senett llamaba a esto "La corrosión del carácter"

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