domingo, 14 de julio de 2013

Post 21: Sandalias e innovación social


Las sandalias hechas con neumáticos son un objeto presente en muchos países del llamado "mundo en desarrollo", eufemismo de pobreza. Stephen Jay Gould, célebre paleontólogo las coleccionaba pues las entendía como un testimonio ejemplar del ingenio humano;  una muestra de la inventiva culturalmente distribuida. Steven Johnson, recuerda a Gould y  utiliza el ejemplo de las sandalias para ilustrar la primera de sus pautas de innovación: lo posible adyacente. Esta característica de la innovación que significa que las "buenas ideas" se construyen a partir de restos de conocimientos, experiencias, percepciones etc. con los cuales nos encontramos por casualidad  en  nuestro entorno material  y cognitivo. Con los materiales disponibles reorganizados de manera distinta podemos crear algo diferente. Esta pauta recombinatoria la encontramos tanto en el acto creativo necesario para que emerja unas sandalias hechas a partir de desechos como en la creación de un software de gestión o en un producto transgénico.

Lo posible adyacente es el espacio de posibilidades y límites con las que cuentan los sujetos de la innovación en cada momento. Cada circunstancia histórica social, cultural ofrece un entorno enorme pero no infinito, donde se pueden extraer y combinar elementos disímiles y hacer que emerja un sistema nuevo. Johnson señala que el principio "de neumáticos a sandalias" es universal en la naturaleza y la sociedad. "En la naturaleza la innovación también se da en las partes sueltas. La evolución avanza haciéndose con los recursos disponibles y reorganizándolos para crear aplicaciones nuevas". La mezcla, incluso la mezcolanza es buena para la innovación.

Las sandalias las hemos traído aquí como un ejemplo de la "vulgaridad" (en el sentido de lo realizado por el vulgo) de la innovación. Un contrapeso de humildad frente a la idea estándar de la innovación que la asocia con lo sofisticado, lo caro, lo económicamente rentable y lo tecnológicamente avanzado Sin embargo, en rigor, estos últimos tipos no son nada más que un subconjunto, reducido, de las innovaciones posibles; una parte menor de las capacidades y talentos comunes de imaginación y creatividad.Además, la insistencia en ellos limita o inhibe la realización de innovaciones en el amplio territorio sociocultural. No creemos en y no se nos estimulan las capacidades de creatividad que tenemos todos.

Porque hay una innovación cotidiana, vulgar, plebeya e invisible que es la que en realidad sostiene a las sociedades. La capacidad de modificar lo dado no depende exclusivamente de los laboratorios ni de los parques tecnológicos. Junto con las rutinas de las prácticas,de los hábitos y repeticiones, existe un campo de cambios, de rupturas a pequeña escala no registradas, ausentes y, por lo tanto, no valoradas, que son las que permiten el movimiento de las sociedades y sostienen a las "otras" innovaciones, las reconocidas, las oficiales, las estimuladas y premiadas. Porque en realidad , no hay separación entre lo que llamaremos "formas de la innovación". Todas emergen de un núcleo antropológico común, del talento de la especie.De una misma voluntad de alterar lo existente y satisfacer necesidades y deseos.

El concepto de innovación social, que ha ido estableciéndose poco a poco en las políticas públicas de innovación europeas, pretende ampliar el concepto tradicional que la vincula a la creación de valor económico, al sujeto empresarial  como actor privilegiado y a la tecnociencia como motor principal. Desde sus orígenes en Canadá el concepto distingue entre social innovation y bussines innovation y se entiende que la primera surge de la sociedad civil (tercer sector: cooperativismo, movimientos sociales, voluntariado) Poco a poco se han incluido bajo el concepto iniciativas del sector público e incluso a algunas variantes filantrópicas del empresariado, fundaciones, responsabilidad social corporativa etc.(Echeverría, J.)

Pero en nuestra opinión el concepto de innovación social es un pleonasmo dado que todas innovaciones son siempre sociales en su génesis y/o en sus efectos. Una innovación es un invento socializado.Toda innovación proviene de un campo de imaginación o creatividad común a la espera de activarse mediante la confluencia de factores individuales y colectivos, materiales y simbólicos.  "De ahí que en cada momento se den iniciativas sorprendentes e imprevisibles y que la naturaleza sea tan inventiva como el tipo más listo de Nairobi que ve las posibilidades de un vertedero con sólo echarle un vistazo", añade Johnson.

Es necesario un concepto de innovación amplio, transfronterizo e "innovador" que entregue nuevas energías semánticas y prácticas a un término demasiado usado. Así como hay que innovar en los escenarios para la innovación también hay que innovar en el propio concepto.Una sociedad innovadora lo es en todas sus dimensiones  y todo somos potenciales sujetos de la innovación porque, afortunadamente, los neumáticos y las sandalias son abundantes.

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