sábado, 19 de abril de 2014

Post 29: Ventajas cooperativas y ventajas competitivas: ¿regreso de Kropotkin?


La cooperación, o la colaboración, se ha instalado en el centro de un nuevo modelo productivo. Todavía no es mayoritaria, estadísticamente hablando, pero señala maneras emergentes de organizar la vida económica. Nunca los modelos productivos son puros; siempre conviven con otros. Es cuestión de relevancia no de dominio o de extensión total. La llamada economía industrial nunca se expandió a todos los rincones del planeta de manera homogénea. Convivió y convive con extensas zonas y prácticas de tipo agrícola tradicional, por ejemplo, y con emergentes zonas digitalizadas, pero no cabe duda que fue y es hegemónico en relación a ellas. Su racionalidad productiva y organizativa así como su propio ethos cultural influyó en todos los ámbitos de la vida social y económica. Lo mismo sucede con la actual economía cognitiva, post-fordista y su expresión digitalizada, recombinatoria y colaborativa que afecta a una parte minoritaria de las prácticas económicas y culturales pero que sin lugar a dudas condiciona a los demás modos productivos presentes.

La economía se hace, cada vez más, colaborativa, repetimos; requiere de la cooperación y producción entre iguales (peer to peer)  como forma de reducir costes, de aumentar la velocidad de los procesos productivos y sobre todo, de recoger talento e ideas fuera de la gran empresa. Necesita de la colaboración  y extracción de información de la base de la pirámide, es decir del "común" y de los conocimientos, afectos, relaciones, imaginaciones e innovaciones que allí se producen. "Las empresas inteligentes y multimillonarias reconocen que la innovación suele iniciarse en la periferia del sistema" (Wikinomics). Eso es lo que otros llaman "innovación abierta", recoger el talento y la imaginación extramuros de la empresa y utilizarla como imput para dinamizarla y ser más competitiva.

Un espacio globalizado y conectado digitalmente permite extraer información desde cualquier nodo de una red. La información está cada vez más disponible. Los desafíos son traducirla, interpretarla y aplicarla. Por eso muchas empresas "han sacado partido a la colaboración y a la autoorganización en tanto que nuevos y potentes instrumentos para reducir costes e innovar con rapidez. (...) Hoy en día millones de individuos interconectados pueden participar activamente en la innovación, la creación de riqueza y el desarrollo social de formas que antaño no podían imaginar"  (Wikinomics)

Esta descripción pareciera dar cuenta de un mundo nuevo donde se ha instalado de manera amplia la cooperación entre los agentes económicos. Pero la razón no es altruista: la economía capitalista no tiene otra posibilidad que ser colaborativa al mismo tiempo que la lógica competitiva continúa siendo el motor de las iniciativas empresariales. No es una tardía victoria del príncipe Kropotkin y su apoyo mutuo quien aseguraba que "en lugar de la lucha, aparece la cooperación que conduce al desarrollo de las facultades intelectuales y de las cualidades morales, y que asegura a tal especie las mejores oportunidades de vivir y propasarse." El príncipe y geógrafo anarquista se preguntaba: "¿Quiénes son más aptos, aquellos que constantemente luchan entre sí o, por lo contrario, aquellos que se apoyan entre sí?" Y se respondía: "Los que sobreviven no son los más hábiles sino aquéllos que mejor saben unirse y apoyarse los unos a los otros -tanto los fuertes como los débiles- para el bienestar de toda su comunidad"

Pero nada más distante de la realidad de la colaboración. La colaboración actual es utilizada como recurso competitivo."Contribuir a la propiedad común no es altruismo: a menudo es la mejor manera de construir ecosistemas empresariales activos que utilizan una base de tecnología y saber para acelerar el conocimiento y la innovación" (Wikinomics). La competencia continúa siendo el mecanismo central de la economía. La diferencia estriba en que las ventajas colaborativas sostienen cada vez con mayor fuerza a las ventajas competitivas. Para competir hay que colaborar. Porque la disponibilidad  creciente las tecnologías de la información pone al alcance de todos los instrumentos necesarios" para colaborar, crear valor y competir"."  Está claro, lo dicen unos defensores acérrimos a la vez del modelo competitivo y colaborativo.(Wikinomics).

El modelo es entonces: colaborar-crear valor-competir que se diferencia de un modelo colaborativo "puro" que seguiría la lógica colaborar-crear valor-colaborar. Ambas lógicas son radicalmente distintas: un mismo medio, la colaboración, se utiliza para un fin distinto. En el primer caso, la creación de valor a través de la colaboración es un instrumento para competir; un mecanismo de extracción de conocimientos  y, por lo tanto, de valor, en espacios que han roto las barreras de entrada, se han abierto a los intercambios entre distintos actores, han generado confianzas recíprocas etc. Acto seguido los resultados de la colaboración vuelven a insertarse en el espacio del mercado competitivo. Es otra vuelta de tuerca para una privatización de la colaboración y, por lo tanto, del común. Se colabora para competir, o más bien algunos utilizan la colaboración de otros para competir. IBM "se beneficia de la buena voluntad de miles de desarrolladores de empresas e independientes que están comprometidos con la visión de Linux y el crecimiento de la comunidad" (Wikinomics). Aquí la ética colaborativa se entremezcla, a veces peligrosamente, con la ética competitiva. El llamado cuarto sector (actividad empresarial con fines sociales) es un claro ejemplo de ello. Sus patrocinadores afirman que su modelo es alternativo y diferente al modelo dominante. Pero no es así. Insistimos: el capitalismo se ha hecho colaborativo en su conjunto y lo será cada vez más. La llamada "economía colaborativa" y el cuarto sector per se  no cambian nada, no transgreden nada,sólo hacen explícito y, a su manera, profundizan el modelo de producción vigente.

En el segundo caso, la creación de valor a través de la colaboración tiene por objeto crear más colaboración y aprendizaje mutuo. Se colabora para aprender y se aprende a colaborar. Es un circuito virtuoso donde la competencia externa es una posibilidad entre otras muchas puesto que  lo relevante es el proceso de cooperación en sí mismo y los aprendizajes compartidos derivados de ello, teniendo como referente el bien común.

Es decir, existe una colaboración que es un medio para un fin: se colabora para competir mejor. Y una colaboración que es un fin en sí misma: se colabora para colaborar. Ambas son posibilidades disponibles para los actores sociales. El mundo es ancho y  heterogéneo, pero no hay que confundirlas.

2 comentarios:

  1. Me parece interesante la diferenciación que planteas y reflexionaré sobre ello al hilo de la investigación que estoy haciendo sobre el crowdsourcing. Supongo que has leído el libro de R. Sennett "Juntos" en el que precisamente analiza la idea de colaboración; una idea que está enraizada en las necesidades del ser humano y que ha sido muy productiva en las sociedades artesanales, pero que él cuestiona en la era de internet por más que se hable mucho de este asunto, pues al mismo tiempo que se está a favor de la cooperación en la teoria, se impide desde la práctica; ¿cómo compaginar la cooperación con la aislamienro y las desigualdades que es lo que favorece la estructura?

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  2. Como siempre, gracias por tus comentarios. Eres mi comentarista exclusiva. Efectivamente, hay que tener claro la diferencia para no confundir peras con manzanas.

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